El objetivo principal de esta maniobra era causar el mayor impacto posible en un periodo de tiempo corto. La característica principal de la guerra relámpago era el elemento sorpresa, ya que se trataba de que las fuerzas enemigas quedarán neutralizadas, al encontrarse desprevenidas. Este tipo de ataques también generaba otros efectos en el enemigo y era que lograba inmovilizarlo psicológicamente, ya que la magnitud y la rapidez con la que se actuaba, pretendía evitar que el bando atacado reaccionara y por ende se desmoralizara.
El concepto de guerra relámpago fue aplicado durante los años 40 por el gobernante de Alemania para ese entonces, Adolfo Hitler. Este personaje se encontraba deseoso de conquistar gran parte de Europa, por lo que, requería de maniobras efectivas e inmediatas que lo ayudaran hacerlo. Fue así como en conjunto con otros líderes militares deciden diseñar una estrategia militar que movilizara aviones, tanque, infantería, de manera sincronizada y con la mayor rapidez posible.
Gracias a esta metodología de ataque fue que Alemania tuvo éxito en la en los ataques en contra de Polonia (1939), Dinamarca (1940), Noruega (1940), Bélgica (1940), Luxemburgo (1940), Francia (1940), Yugoslavia (1941) y Grecia (1941).
Sin embargo esta maniobra no tuvo éxito en los ataques en contra de la Unión Soviética, aun cuando en un principio parecía tenerlo. Esto se debió a que Alemania decide proclamarle la guerra a los Estados Unidos quien lógicamente decide unir su poderío militar y económico a favor del bloque en contra de Alemania; lo que le permitió a la Unión Soviética derrotar a Alemania y destruir sus deseos de conquista.
El tiempo ha demostrado que cada sociedad es capaz de diseñar sus modelos de guerra y crear sus propias armas. En la actualidad, la guerra relámpago, se encuentra íntimamente asociada con la tecnología, elemento que en la actualidad se encuentra presente en todos los contextos de la humanidad.