La infidelidad tuvo su origen en los primeros años del viejo mundo, donde los hombres imponían las reglas y podían tener a varias mujeres, e incluso se les clasificaba, éstas eran: amantes, las mujeres que intimaban con los hombres y que no vivían en la casa del señor, las concubinas (esclavas), que se encargaban de las tareas pasadas del hogar y del cuidado de los hijos legítimos del señor, y por último estaban las esposas, consideradas las amas de las casas y vigilantes de las concubinas, además de ser las que traían al mundo los hijos oficiales de los señores.
Cabe destacar que no sólo en las relaciones amorosas se es infiel. La fidelidad existe en la mayoría de las relaciones que una persona puede tener, sin importar de con la mantenga, pues se forma una especie de lazo emocional y de confianza, que logra que los dos conformantes del vínculo no acepten traiciones o mentiras por parte del otro.
Según recientes estudios científicos las personas que tienen el dedo anular más largo que el índice, tienden a ser más promiscuo y lo que dejan notar lo contrario son más susceptibles a formar lazos emocionales con la pareja, lo que evita la infidelidad, pero no es algo que realmente cierto en todos los casos. En algunos regímenes, como el marxismo, se permitía que los hombres fueran infieles e incluso se le consideraba como un derecho, pero a las mujeres se les penaba de distintas maneras. Asimismo, este tipo de acciones no son aceptadas por la iglesia, pues son ejemplos de bajeza moral y de poco respeto.
