En el budismo, el Nirvana se percibe como la máxima posición del ser, un estado en el que se despide de todo el sufrimiento que llevó sobre sus hombros, pero también es el final de la individualidad propia y lo que esta acarrea (cuerpo, mente); al convertirse en una criatura pura, abstracta, pasa a ser parte de un todo. Mientras tanto, el hinduismo tiene una definición similar a la antes mencionada, pero ésta utiliza la metáfora de la vela, en la que se dice el Nirvana es la llama extinta que representa todos los males humanos existentes (la lujuria, el odio, la envidia…); al igual que en el budismo, el ser abstracto pasa a ser parte de un entorno superior. En el jainismo, por su parte, este estado es el que finalmente libera, al individuo que lo experimenta, del Karma, es decir, pasa a un plano espiritual.
La falacia del Nirvana, asimismo, es una teoría que proyecta el comportamiento del ser humano a la hora de refutar una afirmación. El asunto es que, mientras se prepara el argumento para rechazar la idea del otro, se emplea una serie de circunstancias que resultan irrealistas; en pocas palabras, se busca mejorar la realidad presentando soluciones obviamente ventajosas. En cuanto al principio psicoanalítico, Freud, quien lo adoptó, habla de él como esa necesidad primitiva de reprimir cualquier deseo sexual, que se presente por estímulos externos o internos. Por último, Nirvana es el nombre de una banda de Grunge estadounidense, conocida, en gran parte, por su líder, Kurt Cobain.