Desde remotos tiempos los humanos se han encargado de elaborar distintos tipos de fertilizante. Empleaban recursos como las cenizas, los excrementos humanos y de los animales, además de huesos. Sin embargo, hoy en día, existen diversas empresas que producen fertilizantes con todos los nutrientes que las plantas necesitan, como lo son los elementos bases y los secundarios (hierro, cobre, zinc, sodio…).
En cuanto a la clasificación de los abonos, estos pueden ser considerados orgánicos o minerales. Los primeros son aquellos que provienen de los desechos de industrias dedicadas a la cría de animales para su venta, las cuales desechan partes de los animales que pueden servir como fertilizante, además de plantas que ya se han descompuesto. Los minerales o inorgánicos, son aquellos que ya vienen preparados por la industria química y la sola preparación posee todos los elementos necesarios para la plantación.