Este término hizo sus primeras apariciones a finales del siglo XIX, cuando un famoso psiquiatra italiano Andrea Verga comenzó a estudiar los síntomas de esta afección y pudo explicarla. Los estudios científicos determinaron que esta fobia a las alturas puede presentarse en determinadas circunstancias y manifestarse con elevados niveles de ansiedad. Esto suele presentarse al final de la de la niñez o a comienzos de la etapa adulta que puede ser el resultado de fuertes presiones o estrés psicológicas.
Esta fobia la puede padecer cualquier persona porque no existe un perfil que lo preceda que nos pueda indicar quien es mas propenso a sufrir de esta fobia. Quienes sufren de esta fobia no soporta asomarse a un balcón o acercarse al borde de un precipicio, esto le produce un nivel elevado de ansiedad y que suele terminar en un ataque de pánico.
Aparte de los síntomas psicológicos que sufre la persona acrofobica cuando están en una situación de desnivel o pérdida del equilibrio también puede presentar trastornos físicos como: aumento del ritmo cardíaco, tensión muscular, mareos, problemas digestivos, entre otros. Para tratar la acrofobia los especialistas utilizan diversas técnicas como la de relajación en la que el paciente aprende a dominar la ansiedad y los nervios ante situaciones que sospechen la aparición del miedo. También esta la técnica de conducta en donde se va exponiendo al paciente lentamente a las alturas en lugar de evitarlo.