Un activo puede ser todo aquello que sea útil en la empresa, desde un automóvil oficial destinado a la movilización de los entes que realizan operaciones referentes a las empresas hasta un edificio en el que están dispuestos los lugares de trabajos de todos los empleados de la organización. Cuando una empresa (por lo general) está compuesta de asociados y tiene accionistas, a estos les corresponde una determinada cantidad de activos en el caso de que sea necesario disolver la sociedad, sin embargo, estos activos (por lo general) no son físicos, sino que más bien son representados por el valor monetario de estos.
Existen varios tipos de activos, entre ellos está el activo circulante el cual es el que se utiliza para inversiones y movimientos de primera instancia como ventas y compras, estos activos tienen movimiento dentro de un lapso estimado y conocido como año de ejercicio fiscal (12 meses). El activo circulante sirve para mantener las operaciones de la empresa o institución activas, tal como la definición genérica del principio, por eso, este tipo de activos debe ser consistente en cantidad y lugar. Otro tipo de activo también de relevancia es el activo fijo o activo no corriente, el mismo no se liquida como el activo circulante, por definición, no está disponible para ser invertido como parte de las transacciones de la empresa, un ejemplo de estos son los edificios y maquinarias dispuestos para realizar las operaciones de manufactura, estos por supuesto tienen un valor monetario, pero no directamente aplicable a las inversiones directas de la empresa.