Mientras tanto, y para lograr los propósitos indicados, el elogio va precedido de un estudio detallado de la persona para descubrir precisamente sus puntos débiles, los fuertes, lo que les gusta y lo que no. Entonces, en base a todos estos datos que nos darán un perfil ajustado del individuo es que podemos considerar dónde, a qué aspecto dirigir el elogio, porque se sabe que es donde actuará mejor para producir la respuesta esperamos.
En política, podemos observar, ya sea hacia los propios líderes o hacia los votantes. La adulación es una práctica poco atractiva, en la medida en que se lleva a cabo para estimular el ego extranjero a fin de obtener favores.
Al recibir una adulación externa asertiva es también un signo de autoestima de alguien que recibe con gratitud estas palabras de amor. La adulación puede ser sincera cuando la persona que adula a otra es consistente con su verdad interna, por el contrario, una persona también puede fingir un elogio particular, simplemente porque quiere verse bien con esa persona.
La adulación es constructiva solo cuando es totalmente sincera, ya que el lenguaje corporal a menudo elimina el engaño de quien dice un cumplido que realmente no siente.
La adulación sincera fortalece las relaciones personales en la esfera privada y los lazos de compañía en el trabajo.
Sin embargo, es positivo encontrar la medida en halagos, ya que un exceso de elogio también puede ser artificial, incluso cuando se trata de transmitir la naturalidad. En cualquier virtud, la verdadera medida reside en el equilibrio.
Alabar constantemente a otra persona produce una sensación de poco realismo porque, más allá de las virtudes que tiene una persona, también tiene debilidades y áreas de mejora. Nadie es perfecto.
Habitualmente, los ejemplos más crudos de adulación tienen lugar en los escalones más altos del poder. Los monarcas, los presidentes y los líderes tienden a tener aduladores que pasan el tiempo enumerando sus virtudes, para ganar el favor de los que están a cargo. El adulador cree que, teniendo la simpatía del poderoso, lo tendrá en cuenta para la distribución de regalos o, al menos, para evitar posibles castigos.