Los animales mamíferos, como el ser humano, suelen tener dos juegos de cromosomas, uno por parte de la madre y el otro por parte del padre. Se trata, por ende, de entes diploides. Los distintos pares de alelos se hallan en el mismo lugar del cromosoma. El alelo es el valor que se asigna al gen a lo largo de dicho enfrentamiento y de él depende que logre establecer o no su dominio y marca cómo será la difusión de las copias del gen que se procreó. Cabe resaltar que la copia, o correctamente el conjunto de copias, del gen que se procrea no siempre se encuentra en manera de una puesta en circulación igual, dado que además puede ser distinta.
Teniendo en cuenta la potencia del alelo recién citada, no es singular que podamos determinar una jerarquía y por eso decimos que los alelos pueden ser dominantes (si la madre y el padre cuentan con él, siempre será manifestado en el cromosoma de su descendiente y se ve en él tan solo con una copia de las productoras) o regresivos (tienen que ser aportados por los padres cuando se produce la reproducción y son necesarias dos copias de un gen para su expresión en el cromosoma resultante). Este vínculo entre los alelos se conoce como dominancia: uno consigue ocultar el fenotipo (la manera de expresión del genotipo de acuerdo al medio ambiente) del otro alelo ubicado en la misma posición del cromosoma. La herencia genética depende de estas relaciones de dominancia.
El monje y naturista Gregor Johann Mendel, nacido en la actual República Checa en el año 1822, se interesó especialmente en la herencia genética, al punto de haber especificado unas leyes que establecen el conjunto esencial de reglas acerca de la radiodifusión de los rasgos de los organismos que a través de ella los seres vivos llevan a cabo cuando procrean. Las leyes de Mendel se consideran la base de la genética actual, sin embargo desde su publicación en 1865 hasta su resurgimiento en 1900 fueron desconocidas. Mendel aún argumenta que lo común es que cada gen presente más de una forma alélica, de forma que nos encontremos con el alelo normal (además conocido con el nombre de alelo silvestre o salvaje) en una proporción bastante mayor a la del sobrante, y que los equivalentes, o sea los que se presentan en la hembra, pueden aparecer en diferentes grados de abundancia y se denominan polimorfismos.
