El adjetivo enajenado se aplica a aquellos que han perdido sus facultades mentales. De hecho, alienado significa extranjero y proviene del latín alienígena. Si alguien es ajeno a él, esto implica que su razonamiento sufre una alteración. Este enfoque es defendido por la psiquiatría, una disciplina que usa el término enajenado como sinónimo de demencia. Por el contrario, el psicoanálisis defiende la idea de que el individuo enajenado es aquel que cree que tiene convicciones que en realidad se originan en su inconsciente o en elementos represivos que van más allá de su propia voluntad.
La persona enajenada se caracteriza por la pérdida de identidad, esto significa que el individuo suprime su personalidad y luego se vuelve maleable a lo que el mundo externo indica y propone. No actuará de acuerdo con su propio ser sino que actuará de una manera completamente opuesta como consecuencia del estado de alienación.
Este concepto ha sido abordado desde diferentes ángulos, la sociología, la religión y, obviamente, la psicología, entre otras disciplinas, se ha ocupado de este fenómeno.
Algunos pensadores cristianos consideran que el pecado original con el que nació el hombre es una expresión de alienación humana. El hombre ha dejado de ser lo que es y se ha convertido en otro. Es un estado de alienación, una especie de locura de la cual el individuo no es consciente.
Mientras tanto, el filósofo alemán Karl Marx fue uno de los más interesados en esta situación, difundiéndola a través de sus escritos y discursos.
Marx argumentó que la propiedad privada era la causa principal de la alienación sufrida por el estrato social más bajo y oprimido de una sociedad. En otras palabras, la existencia de clases sociales y la diferenciación que se propone es lo que desencadena la alienación en aquellos que se encuentran en el nivel más bajo de la misma.