El arte de apaciguar un conflicto entre dos personas muestra virtudes personales tan valiosas como la paciencia para comprender que los ritmos de cada uno son diferentes a los suyos, la inteligencia emocional para observar lo que nos une y no lo que nos diferencia, una visión positiva del conflicto en lugar de tener una perspectiva negativa, habilidades de negociación, prudencia, templanza y tranquilidad.
Por ejemplo; cuando un bebé llora inconsolablemente y su padre o madre la levanta y cantan canciones de cuna, también quieren calmarlo, es decir, calmarlo para calmar el intenso llanto. Cabe señalar que la edad también tiende a apaciguar el temperamento de aquellos que han tenido mucho carácter durante toda su vida pero que, cuando alcanzan la vejez, se sienten más vulnerables.
En conclusión podemos destacar que cada persona que toma el papel de chupete; cualquiera, antes de una guerra o conflicto social. Debe ser objetivo y actuar como árbitro en tal situación para lograr si el objetivo principal (para calmar la atmósfera de incomodidad y enojo) es que ambas partes decidan abandonar el concurso.