Apolinar buscaba explicar cómo Jesús siendo un ser divino también pudiera ser humano. El enseñaba que los seres humanos están compuestos de cuerpo, alma y espíritu y que en la figura de Jesús su humanidad fue relevada por el Logos. Apolinar negaba el alma humana de Cristo, creyendo que si Jesús tenía alma humana, ésta sería igual que las demás personas, es decir con pecados; pretendiendo con esto, salvar la deidad de Cristo.
Esta doctrina fue considerada una blasfemia en contra de Dios, y fueron duramente condenadas, ya que la iglesia sostiene que el alma humana de Jesucristo no tuvo pecados.
El primer concilio Ecuménico de Constantinopla incluyó al apolinarismo en la lista de herejías. Al tiempo Apolinar falleció (392), nunca rectificó y murió manteniendo su misma creencia. Muchos de sus seguidores quisieron seguir predicando los mismos principios, en Siria, Fenicia y Constantinopla, sin embargo son pocos los que le sobrevivieron, y ya para el año 416 ya no quedaba ninguno, ya que muchos retornaron a la santa iglesia y otros se desviaron hacia el monofisismo.