Esta palabra nace a partir del griego “apostrophe”, vocablo que se encuentra compuesto por “apo-“, que puede traducirse como “lejos de” y “-strophe”, palabra cuyo significado es “voltear hacia el otro lado”. Originalmente, palabra era empleada para indicar la situación en la que un actor daba la espalda al público, durante una obra teatral, para dirigirse a un personaje real o imaginario. Con el paso del tiempo, empezó a hacer referencia al repentino cambio de atención que sufre el escrito, interrumpiendo la narración o descripción que realiza, para enfocarse en las exclamaciones que lanza a un ser u objeto cualquiera.
Los apóstrofes, en su aspecto más formal, son a menudo profesados con verbos vocativos o imperativos. De igual forma, el autor puede, incluso, dirigir la atención de su personaje hacia su persona o un orador que participe en la narración de la obra. Los soliloquios y las oraciones tienden a explotar este recurso, como una forma de alabar directamente a las deidades invocadas.