La asertividad, como una técnica de negociación para obtener lo que se quiere, utiliza la persuasión, producida por el encanto que genera en la colectividad una persona pasiva y amable. Esta es también una forma de decir “no”. Como tal, esta se encuentra compuesta por una serie de técnicas, en las que se le educa al individuo a ser franco, honesto, abierto y directo sobre los asuntos que le conciernen. De esta forma, la asertividad se resume en u comportamiento que combina tanto la pasividad, aquella actitud en la que se deja a terceros decidir por el destino propio, y la agresividad, cuando no se es objeto y las opiniones de otras personas puede que sean irrespetadas.
Diversos estudios se han llevado a cabo, tratando de desentrañar los detalles que hacen a otras personas asertivas y a otras no. Andrew Salter, hacia el año 1940, determinó que esta es una característica de la personalidad, por lo que algunos individuos lo tienen y otros no; además, relacionó su presencia con el grado de madurez de la persona, así como las ideologías predominantes, la autoestima y la falta de carácter.