En vida, se forman lazos con una gran cantidad de personas. Una vez llegado el momento de dejar la Tierra, es probable que estos sujetos experimenten el duelo. Ese dolor, en conjunción con las tradiciones y creencias presentes desde las épocas más antiguas de la historia de la humanidad, fueron el detonante para la creación de numerosas ceremonias fúnebres. Dependiendo de la cultura, los muertos podían ser o no embalsamados, se les construían ataúdes o féretros, además de enterrársele con sus más preciadas pertenencias. Por lo general, estos ritos de despedida tenían importancia para la comunidad de la que provenía el fallecido. En la actualidad, es común que se entierren o cremen los restos de los cadáveres.
Los cadáveres, después de algún tiempo, empiezan a descomponerse. Esto se potencia después del sepulcro, puesto que, las poco favorables condiciones dentro del ataúd propician la rápida desaparición de los tejidos corporales. Por último, es importante mencionar que existe una parafilia orientada hacia los cadáveres, a la que se le llama necrofilia.