El ser humano es parte de una familia específica desde el nacimiento. De la misma manera, el ser humano también nace en un lugar específico desde el punto de vista geográfico. Una de las principales necesidades emocionales del ser humano es la raíz, es decir, el deseo de pertenecer a un lugar que se conecta con las raíces.
Las personas no solo pueden establecer vínculos con amigos, familiares, compañeros de trabajo y conocidos. Una persona también puede crear vínculos emocionales con un lugar que tiene un valor importante en su historia personal o la de sus antepasados.
Del mismo modo que una persona cultiva sus amistades conviviendo parte de su tiempo, una persona puede establecer una relación emocional con su ciudad natal al visitarla con frecuencia para pasar una estancia en esta área (en caso de que la ciudad de nacimiento y el lugar de residencia no sean lo mismo).
Del mismo modo, existen símbolos emocionales que pueden tener un significado especial, por ejemplo, una fotografía de un monumento de la ciudad de nacimiento. El placer emocional de disfrutar de los lugares más emblemáticos de la ciudad, pasear por sus calles, conversar con los vecinos y disfrutar de la belleza de cada rincón también nutre la autoestima personal de quienes se sienten parte de un lugar.
En el caso de los escritores Lope de Vega y Tirso de Molina, por otro lado, son compatriotas con respecto a su ciudad natal (Madrid) y su país (España). Estos autores comparten más de un punto en común con respecto a su origen.
Cuando dos sujetos son de la misma ciudad, generalmente tienen muchos lazos culturales en común. En general, dos personas hablan el mismo idioma, aunque puede haber excepciones. Si se criaron en la misma ciudad de origen, es probable que también hayan recibido una educación similar, aprendiendo sobre los mismos eventos históricos, para nombrar un caso.
