La conductividad en este sentido está relacionada con el concepto de propiedades de los materiales, es decir, las diversas características que puede presentar un material en particular cuando se exponen a diversos fenómenos. Cualquier tipo de conductividad es importante para determinar la eficiencia que tendrá diferentes elementos cuando se use para un propósito específico. Los más relevantes son los relacionados con la capacidad de un elemento para conducir electricidad o conducir calor, una circunstancia que se explica por su aplicación obvia en diversas actividades del hombre.
Es la capacidad de un material en particular para ser un medio de transferencia de electricidad. Los metales suelen ser los elementos que tienen un mayor grado de conductividad, destacando el oro y el cobre. La electricidad también podría circular a través del agua, dependiendo de la concentración de sales disueltas en ella. El concepto antagónico aplicado al campo de la electricidad es el concepto de resistencia, que se refiere precisamente a la oposición que tiene el mismo movimiento en un entorno determinado. Todos los dispositivos que usamos habitualmente deben funcionar en gran medida con la conductividad eléctrica.
Algunos elementos que en ciertos contextos funcionan como conductores eléctricos, en otros pueden funcionar como resistencias. Este es el caso de los semiconductores, que tienen una amplia aplicación en el campo de la electrónica.
Los elementos líquidos tienen sales que son determinantes en la conductividad. Están en el momento de la solución, generando iones positivos y negativos que son responsables de transferir la energía cuando ese líquido está influenciado por un campo eléctrico. Los conductores en este sentido son conocidos popularmente como electrolitos.
Mientras que en materiales sólidos cuando se someten a un campo eléctrico son sus bandas de electrones que se superponen y liberan energía cuando se encuentran con el campo antes mencionado.
