Las crisis ecológicas afectan, normalmente, a la población animal y vegetal. Estas experimentan determinadas circunstancias que afectan su estadía en una zona determinada. Es por ello que diversos movimientos se han encargado de proteger a específicas especies, además de promover la adopción de nuevos hábitos, que no afecten de manera negativa el ambiente.
Esto, como se mencionó anteriormente, puede ser causado por una serie de factores, como los son: el abiótico, enfocado en el cambio climático, este se puede evidenciar en los cambios del hábitat natural del oso polar (los casquetes polares se han comenzado a derretir) y la reducción de los cuerpo de agua dulce, por el aumento de la temperatura; la extinción de la biodiversidad, que representa un gran problema, pues, se estima que alrededor de 17.000 especies desaparecen cada año, por los agresivos métodos de caza o baja calidad del hábitat; por último, las especies introducidas y las especies invasoras, de igual forma, pueden significar un peligro para el ambiente en el que se les establece, por las ventajas que pueden tener sobre las especies nativas, sin distinguir si se trata de una presa o predador.