Los crucifijos también fueron representaciones de iglesias medievales que se encontraban sobre las entradas presbiterianas. Uno de los crucifijos más famosos es el que se encuentra en la puerta de la Santa Sabina en Roma, tallado en marfil, demuestra a cristo clavado en las manos y talones. De cualquier manera el crucifijo muestra siempre la imagen de un Jesucristo vivo y triunfante con brazos horizontales, con o sin coronas de espinas. A medida que fueron pasando los siglos, infinidades de diseños de crucifijos fueron tallados como representación del sacrificio sagrado y a pesar de algunos de ellos tiene diferencias bastante notables la esencia y su significado sigue siendo siempre el mismo.
No obstante, la cruz en la época de cristo era un pena capital y no un símbolo de rendición, los romanos eran famosos por crucificar a sus presos, víctimas y enemigos del Estado. Luego de la muerte de Jesús este pasó a tener un significado de respeto y admiración por quienes presenciaron la muerte del hijo de Dios en un madero de tormento. Convirtiéndolo así en la imagen que representaba la adoración de una deidad, de manera pública y solemne. Con el paso de los años, el tamaño de este fue cambiando para simbolizar e identificar a los creyentes pasando de ser inmensamente grandes y usados como banderas a tamaños más pequeños y manipulables para quienes querían mantener su adoración de cerca. El crucifijo hoy en día sigue siendo uno de los objetos simbólicos mundiales por el cual cristiano y no cristiano ratifican su adoración a el hijo de Dios.
