Cabe señalar que aunque la decepción es un sentimiento que se puede superar, especialmente en aquellos casos en los que el perfil de la persona que sufre se caracteriza por ser positivos, también puede ocurrir lo contrario y continuar a largo plazo lo que lleva a la frustración y finalmente en un estado aún más grave como la depresión.
La decepción destruye una certeza y las certezas no crecen solos. Aquellos que se rompen también nunca se recuperan y recomponen. Construir una nueva certeza requiere trabajo, dedicación, esfuerzo y una confianza aterradora que con la edad se pierde. También requiere la capacidad de pasar por alto las consecuencias que las desilusiones previas causaron en la mente, porque recordarlas es tan doloroso que hace imposible reconstruir nuevas certezas. Cuanto más edad se tiene , menos certezas tienes y más desilusiones acumulas.
También indica que muchas veces este estado puede estar acompañado de ansiedad y mucho estrés.
La idea de la decepción también se usa con respecto a la sensación que alguien tiene cuando no se cumplen sus expectativas o cuando algo no se desarrolla de acuerdo con las expectativas: «El décimo lugar del seleccionado en la última Copa del Mundo fue una decepción», «La renuncia del entrenador en el medio del torneo causó una profunda decepción en todos los jugadores», «La prensa alemana definió el último álbum del artista como una decepción».
Después de una decepción, generalmente cerramos las puertas a nuevas experiencias por temor a sufrir nuevamente, a sentir ese profundo dolor de decepción. Es por eso que muchas personas prefieren o deciden no apegarse a alguien que piense que de esta manera minimizan el riesgo de sufrir nuevamente.
Los psicólogos llaman a esta elección el «efecto impermeable». Puede suceder cuando hemos dado lo mejor de nosotros mismos a nuestro compañero y nos hemos engañado con otra persona, cuando somos completamente honestos con un amigo y nos clavamos una daga en la espalda o cuando sufrimos el abandono de nuestros padres o parientes.
Desafortunadamente, incluso si no es una de estas tres situaciones, seguramente has experimentado ese sentimiento.
La decepción, para finalizar, es una mezcla de sorpresa y pena causada por un agente externo que era confiable y que parecía ser veraz, no el resultado de una ilusión irrealizable de utopismo.
