Sin embargo, en la religión cristiana se evita el uso de la palabra «apoteosis», y sólo se limita al término «deificación» o «divinización» que provienen del Griego «theosis». En la Iglesia Católica-Romana se dice que Jesucristo era el Dios que tomó forma humana para compartir la divinidad con el hombre, dicho acercamiento a Dios, a lo divino, debía lograrse a través de la Comunión, de los buenos actos, del perdón y la salvación de las almas. Es así como en el catolicismo se hace un llamado a los seres humanos a deificarse, a acercarse tanto como puedan a Dios y ser su imagen y semejanza, a ser por la gracia de Dios lo que Jesucristo es por naturaleza divina.
Por otra parte, en la religión islámica la deificación es completamente diferente al acercamiento que tiene la religión católica, pues es una ofensa grave que cualquier ser humano se considere similar a Dios, a eso se le conoce como el pecado de «shirk» o idolatría o politeísmo. Según el Corán, Dios no comparte sus atribuciones con ningún intermediario, por lo que idolatrar individuos, imágenes, amuletos o tener supersticiones, es decir, deificar todo cuanto no sea Dios mismo, es un pecado.
En otras áreas, como en el arte, aunque el término no es «deificación», sino más bien «apoteosis», es en principio lo mismo. Por ejemplo, cuando un artista, bien sea un grupo o un solista, alcanza un nivel muy alto en popularidad y su fanaticada crece más allá de las fronteras donde se ha originado, y tienen un alcance de hasta diferentes generaciones, se puede decir que la figura se ha deificado, pues sus fans los idolatran. En la cultura pop tenemos innumerables ejemplos de ídolos, entre los cuales podemos nombrar The Beatles, Michael Jackson, Madonna, Elvis Presley, entre muchos otros.