Algunas investigaciones han arrojado resultados que proponen diversas teorías sobre cómo se comporta el cerebro de los animales a la hora de relacionarse positiva o negativamente con otros especímenes diferentes a ellos. Se supone que miles de años de evolución han prevenido a ciertos organismos sobre sus depredadores o posibles presas. Esto se ve altamente influenciado por el hábitat en el que se encuentren, además de la cantidad de comida disponible en los alrededores. El ecosistema, que engloba a ciertas locaciones y los seres vivos que la integran, es también una de las piezas principales en el estudio de cómo se complementan las interacciones entre los animales.
La depredación es muy importante para que otras especies puedan sobrevivir. Un ejemplo muy mencionado es el de las águilas y las serpientes, las cuales cazan a los ratones y estos toman a las plantas; si una de las especies no existiera más, los roedores aumentarían su población en gran medida y necesitarían de muchas plantas para poder cubrir la demanda de alimento. Con esto se puede concluir en que la depredación es muy importante para que la reproducción de las especies pueda estar controlada.