En el hinduismo, el dharma es propuesto como la manera correcta de vivir, es decir, se idealiza cómo deben ser los seguidores de dicha religión. Primero, se deben realizar los deberes y aplicar los derechos, al igual que, obligatoriamente, orar a las deidades principales y las que puedan prestar especial ayuda en ciertos aspectos de la vida. Todo se resume a sólo una cosa: el dharma es la ley natural, que pone en funcionamiento al universo, por ello, se le debe adorar. Dentro de las representaciones que se le dan de forma común, se encuentra una especie de rueda que, a similitud del planeta, gira sobre sí misma.
El Dharma, en el budismo, está considerado una joya o algo digno de adorar, al igual que Buda Gautama y Shanga, principales de las mencionadas religiones. Así mismo, funciona como la ley cósmica o universal que rige a la humanidad y la naturaleza, además de los elementos que estos implican. Mientras tanto, el jainismo optó por definir el Dharma como uno de los componentes de la dravia, el conjunto de principios que condicionan la dicha religión, siendo el que básicamente, le da vida. El sijismo, por su parte, trata al Dharma como una especie de guía para seguir el camino de la justicia.
