Los diarios de vida pueden centrarse, de igual forma, en la meditación del propio autor. También, pueden fungir como una especie de lugar para el desahogo de los sentimientos y emociones que afectan al escritor. De esta forma, se puede obtener una idea de cómo funciona la mente de cierta persona. Estos, incluso, pueden servir como una especie de testimonio sobre las épocas en las que vivieron los autores y que son consideradas de importancia histórica, como es el caso de El diario de Anna Frank.
Las narraciones que se utilizan pueden ir desde la narrativa y descriptiva, hasta la argumentativa y expositiva, realizándose, así, todos los sueños, pensamientos y reflexiones del autor. El formato de falso diario personal es bastante utilizado en las creaciones literarias, como en El moderno Prometeo o Frankenstein de Mary Shelley, además de Drácula, de Sam Stoker. Así, puede ser mezclado con otros géneros literarios, como el epistolar.