Entre las pocas distinciones que se hacen dentro de este grupo de poemas, se encuentra el de la elegía funeral, puesto que esta se halla dirigida específicamente a alguien que ha muerto y es confundida con el epitafio, las inscripciones lapidarias grabadas en los momentos funerarios.
El nombre de este estilo proviene del tipo de metro utilizado normalmente, el dístico elegíaco, la estrofa clásica de dos versos, un hexámetro y un pentámetro; esta fue bastante habitual en la métrica grecolatina y estuvo muy presente en las literaturas romances y las europeas. Cabe mencionar que, precisamente, es la elegía surge dentro de la literatura grecolatina, siendo escrito empleando el dialecto jonio y era recitado, a menudo, utilizando una flauta como acompañamiento, además de, en algunas ocasiones, la lira. El dístico elegíaco, de igual forma, se presentó en el griego, el latín y el español, aunque siendo en este último un poco irregular, debido a las reglas propias de la lengua.
En la literatura hispánica, se han creado numerosas elegías. De entre estas, claro está, resaltan algunas por la calidad de su contenido y forma, siendo ellas: Elegía a doña Juana la loca, Federico García Lorca; Elegía del recuerdo imposible, Jorge Luis Borges; Oda a Federico García Lorca, Pablo Neruda; Elegía interrumpida, Octavio Paz.