Cuando enunciamos, la entonación se eleva a la primera sílaba acentuada, para luego permanecer casi a la misma altura y más baja desde la última sílaba tónica, subjetivamente. Si en el enunciado se distinguen varios grupos fónicos (cada grupo fónico se distingue a medida que se desarrolla entre pausas), todos elevan el tono desde su sílaba final, excepto en el último, donde el tono cae desde la última sílaba acentuada. Algo similar ocurre en la exclamación pero con un nivel más alto.
En el contexto laboral, dar la entonación adecuada a un discurso para hablar en público durante una presentación, puede ser decisivo para evitar el aburrimiento en la audiencia. Dar una entonación correcta a un mensaje permite mejorar la atención por parte del interlocutor y también mejora la comprensión. Desde entonces, un tono de voz monótono produce aburrimiento.
La entonación muestra la variación de alturas y tonos en la conversación oral. La entonación es uno de los factores que diferencia la comunicación oral de la comunicación escrita.
La entonación juega un papel fundamental en la naturalidad de la voz, entendida como un elemento de información suprasegmental.
Los tonos agudos generalmente se asocian con estados de ánimo emocionales y severos con situaciones depresivas. El aumento del tono se utiliza para despertar el interés del interlocutor, lo que explica que el aumento tonal caracterice las afirmaciones inacabadas, las preguntas, las expresiones afectivas. Por el contrario, la disminución del tono marca el final del enunciado afirmativo (tono descendente), ya que no es necesario mantener el interés y la atención del oyente.
Podría decirse que cada hablante tiene su propio tono; Las características de pronunciación de cada individuo varían de acuerdo con sus hábitos de humor y pronunciación. La audición de las personas es muy sensible a las características tonales, de tal forma que las personas pueden identificarse por sus características de pronunciación. La entonación también tiene su propia fisonomía en cada región. Por lo tanto, los hábitos de pronunciación peculiares se dan a los que se llaman acentos; por ejemplo, puedes distinguir los acentos de un aragonés, un gallego, un catalán, un argentino, entre otros.
El conjunto de tonos, que forman la línea melódica o la entonación, adquiere valores lingüísticos significativos. Es una de las principales características lingüísticas de la oración y hace posible que las palabras, que forman la oración, adquieran valor como unidad de significado expresivo.