La epidermis se encuentra conformada por células aplanadas que se disponen en forma de capas, de las cuales se distinguen dos tipos principales, la primera es la capa interna o profunda, ésta se encuentra conformada por células activas en constante replicación y en segundo lugar está la capa externa formada por células muertas. Las células que la componen se multiplican en la capa más profunda de la epidermis y posteriormente pasan a capas más superficiales, en la medida que las células alcanzan el exterior se van cargando de una sustancia denominada “queratina” hasta que la capa más superficial o estrato córneo, consta solo de células sin organelas en las cuales todo el espacio se encuentra ocupado solo por queratina.
Mientras se produce este proceso de transformación las uniones entre las células se van debilitando lo que permite que se desprendan descamándose, lo que permite la formación de nuevas células de las capas más internas.
Esta capa puede presentar variaciones de grosor lo que va a depender de su localización, a nivel de la palma de las manos y la planta de los pies lugares en los que alcanza sus máximas dimensiones para de esa manera permitir una mayor protección de estas zonas, por otro lado, en áreas como alrededor de los ojos su grosor es mucho más delgado.