Los estereotipos tienen una cualidad mutable, pues, según la visión personal, estos pueden establecerse en un enfoque negativo, lleno de prejuicios, o en uno positivo. Todo esto recae en el primer contacto que se tenga con el grupo en cuestión; si la opinión que se recibe demuestra desagrado, es muy probable que se adapte la misma posición. Se dice que un estereotipo está constituido por tres importantes constituyentes: lo cognitivo (información), lo afectivo (sentimientos) y lo comportamental (acciones), que pueden o no estar juntas, pero representan cómo reacciona el individuo ante una colectividad.
En la actualidad, los medios de comunicación y el internet han contribuido de manera exorbitante a la creación de nuevos estereotipos, desde la belleza hasta el comportamiento. La televisión, al igual que las redes sociales, presenta una perspectiva mucho más específica sobre cómo debería lucir y comportarse un ser; esto afecta de manera considerable cómo se comportan las personas ante alguien que posiblemente no cumpla con estos requerimientos. Los estereotipos culturales siempre están relacionados con el desenvolvimiento de un pueblo con respecto a la vida cotidiana; por ejemplo, México suele identificarse con platos típicos como el burrito o los tacos, además de los trajes que utilizan los artistas del género ranchero.
Un hecho bastante conocido y criticado, es el ideal de lo que realmente representa la mujer en la sociedad. Ésta, después de haber experimentado un proceso de liberación, ha quedado atrapada en un estereotipo. De manera inconsciente, aún se le otorga el papel del sexo débil, con una tendencia a erotizar todo lo relacionado con ella. Se aprecia este suceso en los comerciales, en donde se ubican mujeres estéticamente bellas para atraer la atención del público.