El término se utilizó, por primera vez, en el año 1820, para englobar todo el período artístico que sucedió al arte antiguo y que precedió al arte gótico, a semejanza de cómo las lenguas románicas eran las sucesoras del latín; a pesar de esto, el término “arte románico”, pasó a designar solamente al período artístico comprendido entre los siglo XI y XII. De igual forma, los acontecimientos que rodearon el establecimiento del arte románico como el predominante durante esta época fueron bastante claros: la expansión de ciertas costumbres por toda Europa, la difusión y consolidación del cristianismo y el inicio de la Reconquista.
La arquitectura románica tiene considerables exponentes a lo largo y ancho del viejo continente; sin embargo, las iglesias catalanas y las francesas, siempre son observadas como las que más identidad artística poseen. Las iglesias españolas, por su parte, se caracterizan por tener bóvedas de piedra escuadrada ni pulida, con cabeceras adornadas con arcos o bandas lombardas, además de la existencia de esculturales pilares, que sirven de apoyo a la estructura; el francés, asimismo, resalta con edificaciones como la catedral de Notre Dame y la abadía de Saint-Savin-sur-Gartempe.