Pero a pesar de lo antes expuesto, el estrés no siempre es negativo, ya que existe un estrés positivo, al cual se le conoce como eustrés, término que se origina a partir del prefijo griego en el cual señala que una cosa es buena, como euforia o eutanasia. Este tipo de estrés es el estrés bueno, ya que se considera que ayuda al individuo a ser conscientes de sí mismo, lo ayuda a salir de la zona de confort y a correr algunos riesgos que no son considerados peligrosos, pero que permiten mejorar el desarrollo personal y a crecer como personas.
Por lo general aquellas respuestas excesivas que se pueden ver en las personas alteradas por el estrés tienen un origen muy variado. Es bastante complicado, aunque no imposible que un solo estresor tenga la capacidad para generar una respuesta anormal de estrés, lo corriente es que la acumulación de estresores produce una situación en la cual el próximo estímulo desbordará el vaso.
Con el pasar de los días el cuerpo va acumulando tensión, siendo los músculos las estructuras que se convierten en los discos duros de la tensión, existe una descarga en placa motora constante e innecesaria que aunque inconsciente causa estragos en el estado de vigilia, puesto que el agotamiento que produce el decaimiento de la energía necesaria para cosas tan sencillas como estar atentos o realizar un esfuerzo voluntario y constante, un problema muscular terminará por afectar al sistema circulatorio gracias al sobreesfuerzo que ha de realizar el corazón con el objetivo de vencer la resistencia que impone la musculatura sobre las arterias.
Las metas que se impone un individuo a sí mismo o aquellas situaciones de cambio, se presentan como incertidumbres, sin embargo, no representan obligatoriamente algo agobiante o angustioso, sino que existe la posibilidad que provoquen una reacción vital, una especie de emoción gratificante, porque el individuo tiene la sensación que depende de nosotros superar las dificultades, a pesar de que las mismas aporten cierta tensión.
