De igual forma, un objeto o ser vivo podría explotar por una cantidad de presión ejercida de afuera hacia adentro o viceversa. Esto lo afecta de manera que, si es el primer caso, las partes externas empezarían a contraerse, igualmente, las zonas internas, por lo que el conjunto de moléculas no resiste y termina por destruirse, en cambio si la presión viene de adentro, la estructura molecular sólo se expandirá hasta explotar. Un ejemplo clásico de cómo un ser vivo puede explotar está en el mar; si un humano, ser que no está adaptado a las grandes profundidades, se atreve a descender una gran longitud, puede ser afectado por la fuerza que abajo se encuentra.
Explosión, sin embargo, también puede referirse a un cambio de humor repentino, el cual está marcado por ser expresado con mucha fuerza y energía. Aunque el más destacado se encuentra en la “explotación”, actividad que busca sacar el mayor provecho de una cualidad original que tiene un objeto, como una mina de oro, de la cual es común que se extraiga todo el material valioso que contiene.