Los personajes que participaban en las farsas, se distinguían por su exageración y bufonadas, aunque, vale resaltar, que la farsa siempre estuvo muy ajustada a la realidad de la sociedad en donde está inserta. Es decir que en la farsa se evidencia muchas de las situaciones que se originan en la realidad, pero de una manera exagerada. Por esta razón es que a farsa es considerada una de las maneras de hacer críticas sociales, pero desde una perspectiva humorística.
Este tipo de obras teatrales se enfoca en la vida social, en las posturas religiosas e ideológicas, de las relaciones de los individuos, etc. Se retroalimenta de ellas, las estudia, lo que les permite llegar a una conclusión cómica o ridícula, pero no por eso ilógica. Es una manera de revelar todo aquello que resulte engañoso o que pueda presentar una doble interpretación.
Otra de sus características es que siempre tienen un final feliz. Nunca tiene un final trágico, como las demás obras y sirven para que las personas se distraigan y diviertan un rato de sus calamidades y de las restricciones que su propia realidad tiene.
Más allá del ámbito teatral, una farsa también es concebida como cualquier mentira o enredo que surge para engañar a alguien.