Albert Ghiorso, químico destacado por descubrir diferentes compuestos de la tabla periódica, al igual que sus colegas T. Seaborg, Ralph A. James, fue quien descubrió la existencia del fermio, durante experimentos llevados a cabo en el año 1952, de entre los que resalta la explosión de una bomba de hidrógeno. Los restos del artefacto destruido se analizaron y se hizo con el actínido, que estaba en un estado natural; luego, encontró la forma de producirlo, bombardeando plutonio con neutrones, dentro de un reactor. El término que bautizó al elemento proviene de Enrico Fermi, nombre de un físico italoamericano.
El fermio no se utiliza en la industria, por lo que es de baja producción; se desconoce cómo sería su estructura cristalina, pues es de baja densidad los compuestos que se han llegado a sintetizar y, en conjunto con su vida corta, no se ha podido analizar completamente. No se puede encontrar en el ambiente, a excepción de explosiones nucleares que pueden dejar como resultado grandes concentraciones de químicos radiactivos.