Los ganglios están compuestos por células blancas de la sangre, las cuales emplean el oxígeno en el proceso de filtración. Tienen una gran importancia dentro para el funcionamiento correcto del sistema inmunológico. Además de ello poseen importancia clínica, ya que se pueden inflamar o se alargan a causa de afecciones variadas, incluyendo trastornos triviales, como por ejemplo una infección en la garganta, o patologías con riesgo vital como el cáncer.
En el caso del cáncer, el estado de los ganglios linfáticos tiene gran importancia ya que se emplean para comprobar la etapa en la cual se encuentra el cáncer, determinando de esa forma el tratamiento que se debe utilizar y al mismo tiempo el pronóstico de la patología. Además de lo antes expuesto, su estado su estado puede ser determinado también utilizando la biopsia siempre que estén inflamados.
Se puede decir que un ganglio linfático es una colección organizada de tejido linfoide, por medio del cual se pasa la linfa en el trayecto de regreso hacia la sangre. Estas estructuras se encuentran a intervalos en todo el sistema linfático. Algunos vasos linfáticos aferentes traen la linfa, la cual se filtra mediante la substancia del ganglio linfático, y es drenada gracias a un vaso linfático eferente.
Dicha sustancia se encuentra compuesta por folículos linfoides en su parte externa, la cual se denomina corteza y contiene los folículos linfoides, posee también una porción interna a la que se le conoce como médula, la cual está rodeada por la corteza, exceptuando una porción a la que se le conoce como hilio. Este último representa una depresión en la superficie de los ganglios linfáticos, lo que le otorga la forma de frijol característica del ganglio. Por su parte el vaso linfático eferente se desarrolla directamente de esta zona. Mientras que las arterias y las venas que mantienen irrigados los ganglios linfáticos entran y salen a través del hilio.
