Este grupo de jóvenes se encontraban profundamente indignados por la indiferencia de las autoridades y de la población, ante la deshonrosa derrota ocurrida en 1988 frente a los Estados Unidos. Los integrantes de esta generación decidieron encabezar la reacción de los jóvenes eruditos, frente al régimen de la restauración borbónica. Es así como muchos de esos escritores promovieron y lideraron muchas manifestaciones y escritos.
La generación del 98 en sus inicios estuvo integrada por el grupo de los tres: Ricardo Baroja, Ramiro de Maeztu y Azorín. Luego se incorporaron otros entre los que se destacan: Ángel Ganivet, Pio Baroja (hermano de Ricardo Baroja), Enrique de Mesa, Miguel de Unamuno, Ramón Menéndez Pidal y Ramón María del Valle-Inclán. De igual manera participaron artistas de otras disciplinas como el pintor Ignacio Zuloaga y los músicos Enrique Granados e Isaac Albéniz.
Los centros de reunión por lo general eran establecimientos públicos como los cafés, algunos de ellos fueron el café Lion D’or (café de tertulias y entretenimiento), café de Levante (centro de reunión y esparcimiento) y el café de Fornos (centro de tertulias literarias) todos ubicados en Madrid.
La generación del 98 se caracterizó por qué:
Supieron distinguir entre la España existente, la cual vivía en la miseria y la España oficial ficticia e hipócrita.
Sintieron un profundo afecto por la Castilla de los pueblos hundidos en el más absoluto abandono.
Repudiaron la estética del realismo y su expresión de frase amplia y su naturaleza detallista y menuda, inclinándose más por un lenguaje cercano, de la calle, de una lingüística más corta, recuperando los vocablos tradicionales.
La conducta adoptada por este grupo de jóvenes artistas, fue el pesimismo y la crítica, los cuales lo llevan a congeniar con el romanticismo, sintiendo una fuerte atracción por el escritor y político español Mariano José de Larra, principal exponente del romanticismo español, al cual rindieron un merecido homenaje.