Sin embargo, su exceso es capaz de producir varios tipos de lesiones cutáneas, una de las más frecuentes es la insolación. Además, el sujeto se ve afectado por conjuntivitis y por lesiones retinianas. Si la insolación es de naturaleza grave, se acompaña de fiebre, vómitos, dolor de cabeza, convulsiones, pérdida de la conciencia, coma y, en última instancia, muerte.
La exposición al sol por un corto tiempo causa enrojecimiento de la piel, esto se debe a la acción de los rayos ultravioleta. Si la exposición persiste, el enrojecimiento se acentúa y la piel se calienta y duele mucho, en algunos casos la piel se levanta y aparecen ampollas que pueden romperse y liberar un líquido amarillento.
Si cree que alguien puede estar sufriendo una insolación, debe llevarlos rápidamente a un lugar frío a la sombra y llamar a un médico. Quitarse la ropa sobrante puede ayudarlo a refrescarse. Intente abanicar a la persona con aire fresco mientras empapa la piel con agua tibia. Esto ayudará a la persona a refrescarse.
No todas las personas experimentan estos cambios después del mismo grado de exposición al sol, las pieles claras son más sensibles que las morenas, esto es porque las pieles oscuras tienen una mayor cantidad de un pigmento llamado Melanina, que tiene la función de filtrar los rayos del sol, como una especie de protector solar fabricado por el cuerpo.
Además del color de la piel, hay un factor determinante cuando se trata de la insolación y es el momento del día en que ocurre la exposición. Alrededor del mediodía, una mayor cantidad de rayos ultravioleta entra a la atmósfera, por lo que es más probable que la insolación ocurre a esa hora del día. Por esta razón, es recomendable tomar el sol antes de las 10 en punto de la mañana o después de las 3 de la tarde.
Hay que distinguir la insolación del eritema solar y del golpe de calor que son mucho menos graves. La insolación puede tener efecto aun en la sombra de una terraza o en las aceras resguardadas del sol, por el reflejo de los rayos solares.
