Cabe aclarar que el lacayo se diferenciaba del criado propiamente dicho, por el hecho de que el criado era un elemento útil dentro de lo que era el servicio doméstico, en cambio los lacayos valían como figuras de ostentación en la vida mundana de las personas más adineradas de la época. Siguiendo esta misma línea, en Europa durante los siglos XVII y XVIII se estableció la época de los señores feudales, y en ese entonces mientras más lacayos acompañaban al amo, era un símbolo de las riquezas y el poder que dicho amo poseía.
Estos individuos se caracterizaban por su buena presencia, siempre vestidos con sus libreas y fina seda, y por el hecho de que sus funciones eran de gran importancia ellos recibían una sólida educación cultural, para que en los actos sociales pudieran realizar alguna actuación musical, recitase versos, o también interpretara algún instrumento. Por otro lado, dentro del mundo militar, lacayo es el nombre con el cual se designaba a un soldado de a pie, que acompañaba a un caballero en la guerra y que además se caracterizaba por portar una ballesta.
Hoy en día el término lacayo se utiliza dentro del lenguaje coloquial para designar a un hombre sin dignidad, servil, que se rebaja, y se humilla por simple especulación. Este término se encuentra estrechamente relacionado con los empleados, sobre todo aquellos que forman parte de la administración pública de un país, los cuales son sometidos normalmente a todo trabajo y humillación por parte del patrono, con la finalidad de ganar el favor de sus superiores, y para contar con alguien de poder, que le asegure su continuidad en el puesto.
