A los seguidores de este movimiento se les denominó “luditas”, debido a que su supuesto precursor, un artesano inglés llamado Ned Ludd, arremetió en contra de dos máquinas de telares. Este incidente, con el paso del tiempo, derivó en la leyenda del Rey Ludd, personaje imaginario, con un pronunciado tono justiciero, que se tomó como el principal representante de los luditas. Este, sin embargo, junto a otros movimientos de descontentos en la Gran Bretaña, reflejaba las duras condiciones de trabajo que afrontaban los obreros ingleses de la época, quienes sufrieron las penurias de las Guerras Napoleónicas, además el grave clima económica del aquél período.
Actualmente, se ha adoptado el uso del término “neoludismo”, a la oposición al desarrollo de nuevas tecnologías amenazadoras y, en especial, al consumismo, caracterizándose por considerarse un movimiento “sin líderes”. De igual forma, se habla de una falacia ludita, en la que se sentencia: “al traer una innovación tecnológica, esto reducirá las entradas del trabajo, necesarias para cualquier sector producción, lo que degenerará en las caídas de los costes, para finalmente requerir mucho más trabajadores”.