En el año 1793 toma la decisión de pasarse al bando de los austriacos al lado del general Dumouriez, y por ello anduvo como nómada por todo el continente europeo y algunas regiones de América hasta la Restauración. En el año 1815 regresa a París, donde Luis XVIII le recibió con agrado y le fueron regresadas todas sus pertenencias. Fue invitado a Reims a la consagración de Carlos X, este último le otorgó posteriormente el título de Alteza real, y una indemnización de 16.000.000 de francos por todo lo que perdió en el tiempo que estuvo errante.
En el momento en el que se desencadena la revolución de 1830, estuvo escondido hasta la noche del 30 de julio, y entonces se presentó de repente en París, para que posteriormente sus amigos lograron detener dicho movimiento y proclamarlo como rey. Luego de ello todas las potencias europeas le reconocen rápidamente, ya que no querían ver de nuevo establecida la República en Francia.
La política de su gobierno fue antiliberal y reaccionaria, desmintiendo de forma contundente sus primitivas tendencias de los ideales jacobinos, e incluso de los primeros días de su reinado, tiempo en el que se le podía observar en la calle solo, con su paraguas debajo del brazo, saludando a todas las personas, y cantando la Marsellesa en su palacio.
Se vio obligado a vencer muchas insurrecciones durante su mandato, y estuvo expuesto a muchos intentos de asesinato hasta que, por último, la revolución de 1848, que inició con motivo de la reforma electoral, pero que terminaría dando como resultado la proclamación de la república, que lo terminaría destronando.