Algunos autores alegan que, como reacción a la era contemporánea, y la “aceptación” de vías políticas violentas (los grupos paramilitares, terrorismo revolucionario, entre otros), los magnicidios tienen un tinte mucho más desestabilizador; es decir, el fin de éste no es solo derrocar el gobierno, sino insertar nuevas ideologías, haciendo uso de métodos violentos. A partir del siglo XIX, estos han formado parte, igualmente, de una serie de métodos de control anarquistas, llamado “propaganda por el hecho”, en la que se establece el impacto de un hecho le da mucha más relevancia e importancia, por lo que tiene una eficacia mucho más alta con respecto a despertar la rebeldía del pueblo.
Los magnicidios pueden ser clasificados según su desarrollo, siendo esto: planeado y preparado (no se llevó a cabo), intento fallido (algunos ejemplos serían el de Margarte Tatcher, Augusto Pinochet, Juan Pablo II, Rafael Correa, Adolf Hitler y Fidel Castro), y los de realización exitosa (John F. Kennedy, Mahatma Gandhi, Tupac Shakur e Isabel de Baviera).
De igual forma, se pueden organizar de acuerdo al contexto social, siendo así: mundo antiguo, moderno o inicios de la era contemporánea (Julio César), anarquismo o movimientos revolucionarios (Archiduque Francisco Fernando de Austria), Violencia fascista, revolucionaria, antirrevolucionaria y totalitaria (Trotsky), Conflictos ámbito internacional (islamismo radical). De acuerdo a su protagonismo público y político: Reyes, presidentes y jefes de Gobierno (Carlos Delgado Chalbaud), Diputados, parlamentarios, candidatos a elecciones (Robert F. Kennedy), Líderes de movimientos sociales, políticos y religiosos (Malcom X), Intelectuales y artistas (John Lennon).