Por su parte aquellas membranas que cubren y protegen la médula espinal son la aracnoides, la duramadre y la piamadre. En aquellos casos en los que la médula espinal sufre de algún daño, las posibilidades de que se sufra de una parálisis son bastante, altas, es por ello que resulta muy importante su resguardo.
El tejido nervioso de la médula se forma dentro del denominado conducto raquídeo, este mide aproximadamente 45 centímetros y cuenta con un peso promedio de 30 gramos. en la zona superior se encuentra adherida al bulbo raquídeo, por otro lado su parte inferior se fija en la base del cóccix. Si se estudia a esta estructura de manera transversal, es posible encontrarse con una sustancia gris, la cual se encuentra rodeada por una sustancia de color blanco.
En cuanto a los daños en la médula espinal, éstos pueden tener consecuencias gravísimas, desde la pérdida de sensibilidad y movimiento en las extremidades, así como en el cuello y el tronco hasta la pérdida del control de los esfínteres, pasando por otros trastornos. Es por esa razón que los mecanismos de protección que dispone la médula espinal son de gran relevancia, siendo éstos el líquido cefalorraquídeo, el espacio epidural, las vértebras y las meninges, los cuales contribuyen a minimizar el riesgo de lesión den esta estructura y en el caso de que existiera, su daño se minimice al máximo.
La médula espinal se divide en regiones tal y como ocurre con la columna vertebral dichas zonas son el segmento cervical, segmento dorsal y segmento lumbar. En su porción inferior se denomina cono terminal y se ubica generalmente a la altura de la primera vértebra lumbar, todo el espacio que queda y el cual corresponde al canal raquídeo lumbar, da cabida a los nervios raquídeos que recorren un trayecto antes de alcanzar el agujero por donde salen de la columna, dicha porción final se denomina Cauda Equina.
