Los orígenes del metrónomo datan de principio del siglo 19, cuando fue patentado por Johann Maelzel en el año 1815 como una herramienta para los músicos, que llevaba por título «Instrumento o Máquina para la Mejora del Desempeño Musical, llamado Metrónomo». Este instrumento es utilizado por músicos para ayudar a mantener un tiempo constante mientras tocan, de igual manera para corregir problemas de tiempo del músico, o bien sea ayudar a internalizar el sentido de tiempo y ritmo en los aprendices de música. Después de ser patentado en 1815, se cree que el primer compositor notable en utilizar el metrónomo en su música, fue nada más y nada menos que el mismísimo Ludwig Van Beethoven.
Debido a que no todas las personas tienen la misma noción de ritmo y tiempo, algunos expertos sugieren que el uso del metrónomo va en contra de la esencia de la música, pues se ha demostrado que el Tiempo del Metrónomo es muy diferente al Tiempo Musical, por lo que en una pieza musical con diferentes elementos emocionales, en la que se pueden dar muchos ritmos, el uso del metrónomo no es apropiado. El tiempo musical es casi siempre medido en latidos por minuto (LPM); por lo tanto los metrónomos pueden ser ajustados a diferentes tiempos, que usualmente varían de 40 a 208 LPM; otra denotación para el tiempo del metrónomo es M.M. (o MM), Metrónomo de Mälzel .
Esta denotación está usualmente seguida por un valor numérico que indica el tiempo, por ejemplo «M.M. = 60». Existen en la actualidad tres tipos de metrónomos: mecánicos, eléctricos y de software. Por su infalible precisión de mantener un tiempo determinado, el metrónomo ha sido utilizado también como instrumento musical; tal es el caso de la composición de 1962 de György Ligeti «Poème Symphonique for 100 Metronomes». De igual manera, Maurice Ravel usó tres metrónomos a diferentes velocidades para la intro de su ópera «L’heure Espagnole».
