Durante la edad media existían distintos tipos de nobles: estaban los formados por familias cuyo origen data del imperio romano, siendo una especie de nobleza real y en donde el título de noble no podía cederse, ya que para poder ostentarlo debía pertenecer a una de estas familias.
En esa época, ser noble era pertenecer al estrato más alto de la sociedad feudal, en donde la figura del rey, era quien ocupaba el mayor rango y también era el único con poder para crear las leyes. Los nobles medievales eran los herederos de la aristocracia germánica y los grandes latifundistas romanos. Ejercían control sobre la vida económica y una vez desaparecido el imperio germánico, tomaron el control de manera absoluta.
Por otro lado estaban los nobles por privilegio, este tipo de nobleza era concedida por el rey a manera de compensación por los servicios prestados al Estado. Este título concedido por el rey podía ser personal, es decir que terminaba cuando la persona acreedora del beneficio fallecía. O podía ser transmisible, en este caso el noble les cedía a sus descendientes su condición.
Los nobles gozaban de ciertos privilegios, como por ejemplo: contaban con grandes porciones de tierra, tenían sirvientes a su disposición, habitaban en suntuosos castillos y se encontraban exentos del pago de impuestos.
La mayoría de las veces se dedicaban a la práctica de algún deporte como la pesca o la caza, se encargaban de organizar torneos de justa y dentro de los ejércitos, ocupaban el cargo más alto dentro de la organización.
Es importante resaltar que los nobles sólo podían ir a la cárcel por un delito penal y de darse el caso, no podía compartir la celda con los demás reclusos, para él estaba dispuesta otra celda, alejada de los demás. No podían ser torturados y tampoco condenados a la horca. Es decir que los nobles contaban con un amplio grupo de leyes que mostraban la supremacía de los ellos en la sociedad medieval.