La provincia de Nueva España, formaba parte de la monarquía española, fundada en 1812 y a pesar de llevar ese nombre, no englobaba la región del antiguo Virreinato de la Nueva España, solamente comprendía los territorios del Estado de México, Puebla, Michoacán, Veracruz, Oaxaca, Tlaxcala y Querétaro.
Esta provincia tenía como capital a la ciudad de México, siendo ésta gobernada por un jefe político, nombrado por el rey.
La sociedad novohispana se encontraba fuertemente diferenciada de una manera racial, étnica y social. En donde la raza de peninsulares eran los que ostentaban los mejores cargos políticos y administrativos, mientras que los criollos (hijos de españoles nacidos en América) no eran tomados en cuenta. En el siguiente puesto estaban los indígenas quienes trabajan en todo tipo de actividades: mineras, agrícolas o ganaderas. Y de último se encontraban los esclavos, quienes eran personas de color traídas de África para realizar las tareas más agobiantes.
La cultura novohispana estuvo influenciada por lo religioso, ya que se encontraba dominada por la iglesia y fue patrimonio absoluto de españoles y criollos. Particularmente fue una cultura mestiza, que brindó grandes aportaciones a en el área de la arquitectura, poesía, artes plásticas, música, etc.
Es importante señalar que la arquitectura novohispana se caracterizó por construcciones de índole religioso, con una pluralidad de estilos. Un ejemplo es la Catedral de México.