Asimismo, el odio puede generar destrucción; esto se debe a que la persona bajo aquella actitud, siente como necesidad principal el destruir, de alguna forma, el objeto que está provocando todo. El odio a una persona o un grupo de ellas es uno de los más graves, porque se tomarían medidas drásticas, como provocar heridas físicas o psicológicas y en casos extremos, asesinar a los sujetos odiados. El racismo, por ejemplo, es un caso aborrecimiento muy común; el discriminar a una persona por su ideología o filosofía, características físicas, sociales, económicas y orientación sexual puede ser considerado una infracción a las leyes si se les practica algún tipo de violencia.
A lo largo de la historia se ha tratado de definir lo que es realmente el odio. Los filósofos creen que se trata de la noción que convierte una situación en incorrecta, además de que se tiene el deseo de abandonar la participación en ello. Por su parte, en la psicología se dice que es más una actitud, cuya principal misión es aniquilar a la cosa que provoca repulsión. Por último, las últimas investigaciones médicas han arrojado que, a pesar de todo, cuando un sujeto experimenta odio, en el cerebro se pueden observar ciertos patrones de comportamiento y estimulación de áreas específicas del mismo.