El mantra «om mani padme hum» está compuesto por seis sílabas, cada una de las cuales posee una proyección en la luz y otra en la oscuridad. La invocación de estas energías de transmutación da la posibilidad de que unas purifiquen a las otras y el practicante pueda alcanzar la ecuanimidad y de esa forma acceder a la sabiduría del vacío, en el camino a la iluminación. Visto desde un punto de vista filosófico meramente budista, cada sílaba se proyecta en distintos niveles.
En primer lugar, evita las reencarnaciones dentro de los denominados seis reinos de la existencia cíclica: mundo de los devas, de los asuras, de los humanos, de los animales, de los espíritus hambrientos, y el mundo de los infiernos; mientras que, por otro lado, cada sílaba purifica el cuerpo, el habla y también la mente, aludiendo a cada uno de los aspectos que se desea transformar, ya sea el orgullo, el ego, la envidia y la lujuria, el deseo, la pasión, el prejuicio, la estupidez, el afán de riquezas, la pobreza, la agresividad y el odio.
Por tal razón, cada una de las sílaba remite a los seis pāramitās o virtudes trascendentales, que son la generosidad, la paciencia, la ética, la diligencia, la sabiduría y la concentración.
Es importante señalar que cada sílaba, además, es de por sí un mantra que rememora el cuerpo, la palabra, la mente, las virtudes y las acciones de los Budas, para al final fusionarse con las seis sabidurías esenciales.