A quien goza de la opulencia, se le puede denominar “opulento”, puesto que tiene bajo su dominio grandes conocimientos o, bien, importantes sumas de dinero y propiedades.
Etimológicamente hablando, esta palabra proviene del latín “opulentia”, que contiene el sufijo “–ia”, que estaría aludiendo a una cualidad. Se trata de una derivación del vocablo “opulentus”, que puede ser traducido como “rico”, que consta del sufijo de abundancia “–ulentus” y la raíz “ops”, representando la riqueza. En contraposición a esta palabra, se encuentran términos como decadencia, escasez, exigüidad, necesidad y miseria.
Es común que se le enmarque, sobretodo, en un contexto económico, puesto que es uno de los aspectos dominantes de la vida humana. No sólo así se alude a personas, sino que puede hablarse de un grupo de personas, tales como una organización, empresa o compañía, además de una nación o Estado.
La opulencia económica está determinada no sólo por las acciones que tome el o los individuos para llegar a esa posición, sino la serie de circunstancias que los rodean a estos, empezando por el sistema político y económico en el que se desenvuelven.