En la antigüedad cuando un individuo era condenado al ostracismo, se le otorgaba un lapso de diez días para que se fuera de la ciudad, se le daba además una prohibición de poder regresar a la misma durante al menos 10 años. Según muchos expertos afirman, que por lo general el tiempo por el cual se extendía la pena se reducía y por lo tanto la persona que era castigada tenía la oportunidad de regresar antes de que se cumpliera dicho plazo. Uno de los argumentos que se le daba al ostracismo era el hecho de que dicha decisión, era de beneficio para toda la comunidad, ya que se mantenía alejada de la misma a aquel individuo que, por uno u otro motivo, era perjudicial.
Hoy día, la noción de ostracismo es aplicado en el ámbito de la política para referirse a uno o varios individuos a los cuales se les somete a un vacío que se manifiesta a través de su exclusión a la participación de actos, reuniones, entre otras. Sin embargo es importante señalar que el término no solo se limita a la política, ya que por el contrario se puede emplear en cualquier contexto, en ese sentido, es común decir que un individuo sufre de algún tipo de ostracismo cuando este es separado del resto de la sociedad, como puede ocurrir en algunas culturas o etnias. Cabe acotar que este tipo de ostracismo no necesariamente implica el hecho de que la o las personas deban abandonar el lugar, sino que simplemente sufren algún tipo de discriminación o alejamiento del resto de la comunidad.
De igual forma es posible relacionar al ostracismo con el hecho en el que una persona se ve obligada a abandonar el país en el que habita, ya sea por razones políticas o sociales.