Un antecedente a esta unión puede ser la formación del Imperio Austro-Húngaro, en el que se reconoció a Hungría como un estado soberano dentro del Imperio Austríaco. Con esto, se intentaba conformar una nación que mezclara diversas etnias. Al pasar del tiempo, sin embargo, algunos austríacos afirmaron haberse sentido incómodos en su propio país, accediendo a identificarse como descendientes de los bávaros; sumado a esto, también apoyaban la idea de la separación definitiva del Imperio Austríaco, para unirse al Imperio Alemán.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, el Imperio Astro-Húngaro quedó reducido, pasando a estar dividido en pequeños estados, según las etnias que lo habitaban. Finalmente, Austria decidió unirse a Alemania, pasando a ser un país llamado Austria Alemana. Con la llegada de los Nazis, de nuevo se persiguió esta idea de unificación, para atraer a los alemanes que vivían fuera del Imperio. Años después, con la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial y la expulsión de millones de alemanes a territorios cercanos, el pangermanismo fue en declive como ideología política, a semejanza de lo que ocurrió con el paneslavismo con la Primera Guerra Mundial.