Esta práctica, con la implementación del sistema compraventa, ha entrado en desuso; sin embargo, se utiliza como un método legal para el cambio de monedas en países con controles cambiarios agresivos.
El trueque nace como una de las primeras formas de comercios. Cada uno de los pueblos que se asentaban, solían distinguirse de los demás por los productos que lograban comercializar; aun así, existía una necesidad por otros artículos que no estaban dentro de su repertorio de producción. Con la llegada de la permuta, pequeños poblados podían acceder a artículos que de sus tierras no podían ser extraídos. Con el tiempo se presentaron ciertas fallas en el mecanismo, además, la invención de la moneda supuso el fin de los intercambios, puesto que ofrecía un sistema mucho más equitativo, de acuerdo sólo a las necesidades del comprador y con mayor confianza en ambas partes.
El contrato de la permuta consta de ciertas características, como los son: bilateralidad, es decir, en el proceso deben estar implicadas, al menos, dos partes; onerosidad, ambas partes deben tener obligaciones económicas; es consensual, los involucrados deben dar expresa voluntad sobre el cambio; y es traslativo de dominio, se le da el poder a uno de los individuos sobre un objeto de valor.