En los tiempos antiguos, los presagios eran fenómenos que representaban algo realmente serio. Incluso, en la época grecorromana los presagios se encontraban clasificados en:
Aquellos que surgían por el estremecimiento del cuerpo o por palpitaciones. Se dice que cuando una persona tiene palpitaciones o se estremece sin ninguna razón, es señal de que algo malo va a ocurrir.
Los zumbidos en el oído, también es considerado como un presagio, ya que es un indicio de que alguien está hablando de esa persona, en su ausencia.
El encuentro con ciertas personas, como por ejemplo un enano, un bizco o cualquier otra persona con algún defecto físico, era considerado un presagio. Lo mismo sucedía si una persona se topaba con un gato negro o una serpiente, ya que estos animales eran considerados como de mal augurio.
Existen algunas personas que se dedican al arte de la adivinación, suelen interpretar lo que supuestamente sucederá en el futuro; a estas personas se les conoce como clarividentes o brujos.
En los pueblos antiguos tanto romanos como griegos, siempre sus habitantes al igual que sus gobernantes, estaban pendientes, de cada señal que observaban o sensación que sentían, para poder determinar cuáles acciones debían tomar. Para ellos los presagios eran sagrados.
Con el paso del tiempo y gracias al avance que ha tenido la ciencia y el racionalismo, el tema de los presagios fue catalogado como supersticiones que solo forman parte del folklore y que no repercute de ninguna manera en la vida cotidiana de las personas.